El jueves 20 y el viernes 21 de diciembre se celebró la misa de
nochebuena en las unidades penitenciarias N° 21 en Campana y en la N°11
de Baradero. Los internos de ésta última realizaron un pesebre viviente
culminando con un ágape fraterno en el que se les hizo llegar las
donaciones de los laicos de las ciudades de Campana y Baradero. El Pbro.
Pablo Iriarte, quien presidió ambas celebraciones, retomando las
palabras del Evangelio recordó a los internos y a la catequesis toda la
necesidad de renovar nuestra vida cristiana, testimoniando nuestra fe en
el amor a Dios y al prójimo.
Este mensaje se hizo vivo a través del pedido que los propios presos le
hicieron al Pbro. Pablo de bendecir las celdas en la unidad de Campana.
Allí se vio marcada la importancia de la fe y el amor a Dios, mas allá
de la privación de la libertad.
A través de la presente nota el P. Pablo agradece públicamente la
desinteresada colaboración de todos los laicos que a través de sus
oraciones y de sus colaboraciones llegan a Cristo presente en los
internos.
Palabras del Nuncio apostólico en el encuentro de capellanes de la provincia de Buenos Aires el 10 de diciembre
Citando a San Mateo: "Estuve preso y visitaste” (Mt. 25, 36), podemos
decir que Cristo se identifica con el preso, desea encontrarse con el
detenido que también es la cara de Cristo. La tarea pastoral con los
encarcelados no es fácil y tenemos en cuenta lo que nos recuerda San
Pablo "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm. 5, 20). Esta
pastoral es escuela de misericordia, escuela de aprender y ver en el
rostro del otro a Dios. Recordemos que Cristo estuvo preso, pero la
justicia humana es distinta de la justicia divina. Es tratar de que el
detenido sea escuchado por el catequista y trabajar a favor del bien
espiritual del detenido. Cristo cura las heridas del pecado y de la
angustia y lo hace a través de esta pastoral. El tiempo dedicado a la
pastoral carcelaria es un tiempo de gracia, un tiempo de renovación.
El Nuncio desarrolló dos ideas principales:
La necesidad de cambiar la mentalidad de los menores para que no imiten
la delincuencia de sus mayores y evitar que los jóvenes cometan hechos
que los haga entrar a la prisión. Se debe alejarlos de los lugares donde
se multiplica la malicia y buscar otros modos de asistir y mejorar la
situación de las personas mas humildes desde la educación. La educación
humana en el respeto del otro, la educación moral y la educación
religiosa deben ser los motores para evitar la multiplicación del mal,
trabajando por la renovación en la persona de cada preso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario